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Presentan el libro de Raquel Torres en el Museo Casa de Xalapa

Presentan el libro de Raquel Torres en el Museo Casa de Xalapa

Redacción MásNoticias, 29 de marzo de 2018

Xalapa, Ver.- Tres cocineras, tres amigas y un pretexto: “La cocina de Xalapa. Vida cotidiana del siglo XX”, el libro que la antropóloga Raquel Torres Cerdán presentó en el Museo Casa de Xalapa y sirvió de puente para conectar historias, anécdotas y hasta lágrimas –sin necesidad de cortar cebolla– en torno de una cocina única, ecléctica y tradicional, como la nuestra.

“Aquí no están todas las que son ni todas las que deberían estar, pero son las más cercanas, como mis amigas”, inició Raquel, al presentar a María Isabel Paseiro Laria, “la mayor”, de 83 años; a Carmen Titita Hernández Oropeza, de 79, dueña de la cadena de restaurantes El Bajío, y a sí misma: “yo, que voy a cumplir 70. No tenemos problemas para decir nuestra edad, porque la vida nos ha hecho más o menos interesantes”.

Vino luego una aclaración. Porque su libro no es de recetas, sino de historias alrededor de la cocina. Una serie de entrevistas que realizó a personas entre 70 y 90 años, hijos de xalapeños y protagonistas –de una u otra manera–, de la historia de la capital. Así es que platicó con 17 personas a lo largo de un año para dar forma al texto, editado por el Ayuntamiento de Xalapa, y aprovechó la oportunidad para incluir a sus amigas.

– A ver María Isabel, platícame qué comían cuando eran niñas.

– La comida era parte muy sustancial en la casa. Para empezar, a la una en punto tenía que estar la sopera en la mesa. Mi papá de pie. Servía, y no había quien dijera “no me gusta”. Comer era muy importante.

De su infancia, recordó la construcción del mercado Alcalde y García, mejor conocido como “San José”. Pero antes, incluso, “íbamos al Jáuregui, que era el único. Había Marías con sus faldas y su canasta en el hombro o en el pecho, siempre con una canastita en las manos para las cosas delicadas o lo que ellas vendían. Cada quien contrataba a una, para que la ayudara a cargar. Se les pagaba para que fueran a la casa y se les daba de desayunar”.

– ¿Y tú, Titita?

– Yo me crie sin papá, en Carrillo Puerto, con mi mamá, Titita, y Mamá Luz, la señorita Oropeza. A mi madre le encantaba cocinar. Teníamos a la nana Amparo, que venía de La