Xalapa, Veracruz, México, a domingo 22 de diciembre de 2024

La engañosa leyenda del salmón

Excélsior, 6 de mayo de 2013

Andrés Calamaro, el cantautor argentino de 51 años, volverá a México para ofrecer un concierto el próximo 29 de junio en el Auditorio Nacional

En una época de sobreexposición informativa resulta curioso que una figura pública como Andrés Calamaro se desmarque del fenómeno. A decir del argentino, uno de los pilares del rock latino por su carrera en solitario y por su paso por Los Rodríguez y Los Abuelos de la Nada, pocos conocen con certeza su lado más íntimo. Los fans quizá lo contradigan.

Tanto se ha dicho acerca del confeso admirador de la tauromaquia y responsable de canciones como A los ojosCrímenes perfectos, Los divinosMil horasPaloma y Tuyo siempre que muchos creen conocerlo. Sin embargo, antes de que profundicen Calamaro los detiene.

«Soy mejor de lo que ustedes piensan, pero peor de lo que imaginan», ha dicho el cantautor a través de una entrevista sostenida por correo electrónico con Función.

En ella, el argentino, que volverá a México para ofrecer un concierto el 29 de junio en el Auditorio Nacional, escribió acerca de lo que ha hecho los últimos meses, de sus planes para el futuro –los cuales incluyen un disco nuevo– y de los cambios que se han dado en el paradigma de la música.

– Tras una larga etapa sin México dentro de tus giras, ahora te has convertido en un asiduo visitante. ¿Qué tanto ha cambiado tu percepción del país y de su gente luego de los conciertos que has dado aquí?

– Antes de aterrizar como cantante y brindar conciertos ya me consideraba mexicano por adopción puesto que mi hermana y mi sobrino, así como mi permanente cuñado, Guillermo Briseño, son mexicanos. Allá tengo amigos y camaradas. Ahora me siento honrado de crecer en México como artista y me dejo sorprender por el éxito que nos corresponda cosechar.

– Has pasado gran parte de los últimos meses con un proyecto de mash ups. ¿Cómo nació esta inquietud y qué te ha dejado a nivel creativo como ejecutante?

– Soy un buen ejecutante de grabadores y hace muchos años que el sampler artesanal forma parte de mi panorámica de prácticas y experimentos musicales. Casi todo en soundcloud.com/a-k-25 lo hago con un Roland, idéntico al que usaba hace diez años, pero con más capacidad y una definición tremenda; pero son los mismos cables y los mismos botones. Es una extraña habilidad la que desarrollé.

– El uso y aprovechamiento de estos espacios virtuales ¿da lugar para el nacimiento de un nuevo género musical en el que el usuario decida cómo y qué debe sonar en una pieza musical?

– Lógicamente que este es el género de esta época, de YouTube, de los downloads, pero también me inspiran aquellas viejas cassettes que preparábamos en casa con nuestros sonidos preferidos.

– Luego de experimentar con esos formatos digitales y volteando al pasado de tu música. ¿Prefieres los métodos análogos o los digitales para la creación musical?

– Creo que los conceptos no dependen tanto del formato o el soporte en donde se grabe. Una grabación analógica no es garantía de nada, también se sonaba mal en analógico. El sonido está en la cabeza de alguien, a veces en el azar o en «la luz anterior a los instantes». La calidez, el grano, la distorsión, la profundidad no son elementos analógicos son cualidades de la música y el sonido.

– La red ha dotado al escucha de la capacidad de elegir a sus músicos favoritos aunque los artistas de larga trayectoria se han visto rebasados por una creciente e infinita oferta de ‘recién llegados’ a la música. ¿Cuál consideras la clave para lograr la permanencia en el gusto de la gente?

– Al mismo tiempo persiste la sensación de que no hay música nueva; por lo menos es lo que mucha gente reclama. Nosotros tenemos siempre un público muy joven y ya pasaron 20 años desde Los Rodriguez. No sé como hago para no ser una antigüedad y resistir el olvido. Tomé decisiones equivocadas como todo el mundo y me tocaron países bastante «aislados» al paraíso imperial norteamericano, pero conseguí hacer de la música un oficio. Un corredor de fondo del rock, nunca lo hubiera pensado.

– En una época dominada por las redes sociales has enfrentado varias polémicas. ¿Cuál es el límite que te has impuesto para la interacción en esos espacios?

– El pudor. Las redes sociales, que no son tan sociales, son también fuentes noticiosas. En mi país los periódicos, la radio y la TV comentan Twitter como si fuera noticias; es una vergüenza y también da vergüenza. Yo subí mil 500 canciones al soundcloud (soundcloud.com/a-k-25) y los mil 500 links para escucharlas; sin embargo, nadie reparó en un millar y medio de canciones. No fueron noticia ni polémica. Soy taurino como muchos miles de taurinos porque por lo menos sé porque me gusta lo que me gusta.

– Ahora que emprendes una nueva gira. ¿Cómo te encuentras con las canciones que has compuesto y que la gente quiere escuchar sí o sí en tus conciertos?

– Me gusto mucho ensayarlas. Un recital es un servicio, como el de un soldado o una prostituta. No es un trabajo que tenga que disfrutarse siempre. A veces encuentras el oro al final del arco iris.

– Ha sido una larga espera para escuchar canciones nuevas. ¿Cuándo se podrá escuchar tú nuevo álbum?

– Ahora estamos terminando la producción vocal y quedan algunos instrumentos pendientes pero ya hay fecha para terminarlo. Yo sigo sin entender para qué sirve un disco hoy en día, supongo que es un mojón artístico, una forma de ponerse al día con algo. Algo habrá en los disco que colabora con la permanencia.

– ¿Es Andrés Calamaro, su figura y la leyenda que se ha construido a su alrededor, un personaje tuyo o del imaginario colectivo?

– No sé cuál es la leyenda; casi nadie sabe realmente nada de mí. La gente que me conoce puede contarse con los dedos de una mano, no sé qué se imagina la gente, pero seguramente están equivocados. Soy mejor de lo que ustedes piensan, pero peor de lo que imaginan.