El deporte rey interesa cada vez menos a los brasileños
Heriberto Araújo. Notimex, 4 de mayo de 2018
Río de Janeiro.- En el imaginario colectivo, el fútbol en Brasil es más que un deporte o una pasión, es casi una forma de vida, pero una reciente encuesta señala que este interés por el balón está -paradójicamente- cayendo de forma notable.
Un sondeo publicado este viernes por el Instituto Datafolha, uno de los más importantes del país en la medición de las corrientes de opinión, indicó que el 41 por ciento de los brasileños dice no tener interés por el balompié.
Las playas de Río de Janeiro y los parques públicos de Sao Paulo son tomados los fines de semanas por jóvenes, adultos y mujeres para jugar al fútbol y hacer malabarismos con la pelota, pero según la encuesta la ausencia de pasión futbolera de Brasil crece a ritmo acelerado: en ocho años aumentó diez puntos el número de personas a la que no le interesa el llamado deporte rey.
También está retrocediendo la pasión de los que sí dicen amar el fútbol: en 2010 el 32 por ciento decía tener un gran interés por el deporte de Neymar Junior, Ronaldo Nazario o Romario, pero ahora apenas es el 26 por ciento.
El menor interés por el deporte está en las mujeres (56 por ciento), por un 24 por ciento del lado de los hombres brasileños, y son las personas de menor renta las que mayor desinterés tienen por el fútbol.
Solo un quinto de los entrevistados dice jugar regularmente al fútbol, la misma cifra que admite ir de forma regular a los estadios a ver partidos, lo que no es una sorpresa, pues es común ver el mítico Maracaná vacío en juegos de gran rivalidad.
No es infrecuente, por ejemplo, que un «clásico» entre Flamengo y Fluminense en el Maracaná apenas reúna a 20 mil espectadores en un estadio que tiene capacidad para 74 mil, mientras el nivel exhibido en el terreno de juego es muy bajo, con un futbol lento y poco estratégico.
Ni siquiera la selección brasileña -motivo otrora de orgullo nacional por su palmarés único, con cinco copas del mundo- despierta las pasiones entre la población como lo hacía antes.
Quizá por la dramática eliminación por 7 a 1 contra Alemania en las semifinales del Mundial de 2014, celebrado en esta nación, los brasileños dicen tener mucho menos interés por la Copa de Rusia.
El porcentaje de desinteresados en el torneo aumentó del 18 al 42 por ciento entre 2009 y 2018, a pesar de que en la edición de este año en Rusia el país sudamericano es un serio candidato a levantar el trofeo dorado.
A pesar de que los resultados de Datafolha puedan sorprender, pues estrellas como Firminho (Liverpool), Coutinho (F.C. Barcelona) o el propio Neymar (PSG) suelen tener proyección mundial por su calidad futbolística, en Brasil el endeudamiento de los clubes, la mala gestión, la violencia en lo estadios y la corrupción de los dirigentes ha provocado un gran daño a este deporte.
El calendario oficial es motivo de debate desde hace décadas, pero la federación brasileña -con un expresidente juzgado en Estados Unidos y otro recién apartado de por vida por la FIFA- rechaza efectuar cambios, pese a los llamados de asociaciones de jugadores.
Del total de 684 clubes profesionales, sólo un centenar disputa más de 15 partidos oficiales anualmente, lo que supone que no juegan con suficiente regularidad como para tener ingresos notables y jugadores en forma para competir.
Así, mientras Brasil tiene uno de los índices más altos de partidos por temporada a nivel de fútbol de élite, con 68 encuentros al año (respecto a los 50 de Inglaterra, los 48 de España o los 41 de Alemania), las competiciones inferiores apenas disputan cuatro meses de competición, lo que merma al fútbol de base.
En este contexto, se produce un éxodo de grandes talentos, aunque sean incipientes.
Datos de la consultora brasileña Pluri de 2015 situaban a Brasil en el puesto 18 mundial a nivel de afluencia, con apenas 13 mil aficionados de media por partido, mientras que México tiene de media 24 mil aficionados.