Día de los inocentes, celebración y festejo con orígenes bíblicos y trágicos
Hugo Figueroa, 28 de diciembre de 2018
Xalapa, Ver.- Como cada año, la celebración del Día de los Santos Inocentes es una costumbre muy arraigada entre la comunidad católica de diversos países del mundo. Sin embargo es en México donde encuentra muy singular forma de conmemorarse.
Conforme a los recursos y posibilidades de cada familia o cada barrio, las personas ejecutan ingeniosas y elaboradas bromas para que otras personas “caigan” por su excesiva confianza o inocencia y son presas fáciles de las carcajadas colectivas que esta tradición impone.
Aun cuando se trata de un festejo colmado de travesuras y alegría, los antecedentes de esta tradición nos remiten a una trágica historia bíblica. Y es precisamente en el Nuevo Testamento, donde San Mateo narra el arribo de Melchor, Gaspar y Baltazar a Jerusalén, después de un largo recorrido en el que una brillante estrella les señaló el camino a seguir en busca de quien –según la leyenda- nacería y se convertiría en el rey de los judíos.
Los reyes, provenientes del lejano oriente, querían llevar regalos al futuro rey, como oro, incienso y mirra. Por ello, se habrían encontrado con el rey Herodes I, el grande a quien lo único que le preocupaba era el nacimiento de quien pondría en riesgo su reynado; era tal su desconfianza que indicó a los reyes, buscar “al niño rey” e informarle dónde estaba. Al no obtener respuesta y sumido en su ambición e impaciencia, mandó a matar a todos los niños menores de dos años que encontraran en Belén para evitar así, que viviera quien estaba anunciado sería el rey de Israel.
Con el paso de los años, la conmemoración de esta triste y trágica leyenda se fue transformando en una especie de festejo; con ensayos o pruebas sobre el nivel de confianza o inocencia de algunas personas a quienes el día 28 de diciembre hay que pedirles dinero prestado o prometerles algo importante, sin que, obviamente, se les pague lo pedido, ni se cumplan las promesas que se les hicieron.
Entre las tradiciones más comunes de las calles del puerto de Veracruz y la ciudad de Xalapa, resalta el amarrar un billete de alta denominación a un hilo “invisible” que al paso de los ingenuos, es jalado rápidamente para que no puedan alcanzarlo, al tiempo que los bromistas apostados muy cerca, pero discretamente, gritan a carcajadas: “inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día en nadie se debe confiar.”