Abordan en conferencia el rol de la mujer en los modelos familiares del siglo XVIII novohispano
Agencia de Noticias RTV (Cultura), 5 de agosto de 2020
Ciudad de México.- Entre los ejemplos citados está el divorcio más famoso del virreinato, ganado por la empresaria minera Francisca de Paula Pérez-Gálvez Obregón.
Puede pensarse que 200 años de distancia entre el siglo XVIII y el XX, o alrededor de 300 si la comparación se extiende a nuestros días, serían suficientes para mostrar un cambio radical en las formas de convivencia y las organizaciones familiares, sin embargo, la historia muestra que conceptos actuales como el de roomies, o los divorcios y casamientos por intereses económicos, siguen tan presentes hoy como lo estaban en época virreinal, pero con otras denominaciones.
Como parte de la cuarta sesión del Diplomado Historia del Siglo XX Mexicano. “Un cuestionario de género”, transmitida vía YouTube, la investigadora Lourdes Villafuerte, adscrita a la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ofreció una conferencia que partió de la pregunta sobre cómo eran las familias en el siglo XVIII y, en específico, el rol de las mujeres en esas organizaciones.
La también profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, señaló la existencia de una amplia variedad de fuentes en las que puede indagarse acerca de temas como la familia en épocas pasadas: padrones de población, matriculas de tributos y registros judiciales, entre otras.
De estas, dijo, ella se ha centrado en las de orden judicial. Así, el derrotero investigativo le ha llevado a los archivos de la Sala de lo Criminal de la Real Audiencia de la Nueva España, la cual tenía su sede en la Ciudad de México e indagaba en asesinatos, robos, estupros y riñas, entre otros conflictos.
En la conferencia virtual, enmarcada en la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, sobre el vínculo de las fuentes judiciales con el estudio de la familia, la historiadora apuntó que “cuando una persona estaba alegando o defendiéndose de otra, ofrecía a la corte una cantidad importante de información, no solo de sí misma sino de las situaciones familiares de quien creía le injuriaba”.
Al indagar en los documentos se han podido encontrar casos comunes de querellas familiares llevadas a lo judicial: la mentira respecto a si un hombre o una mujer estaban casados antes de contraer matrimonio con alguien más; la falsa ignorancia de los adulterios entre cónyuges; o la negación de los varones de asumir su responsabilidad de casarse con las jóvenes, luego de que estas perdían su virginidad.
La investigadora abundó que es a partir de estas situaciones como se pueden inferir distintos tipos de convivencia familiar en la Ciudad de México del siglo XVIII: el matrimonio y la familia nuclear tradicional, el amancebamiento, el adulterio o la llamada ‘casa chica’ e, incluso, la reunión de múltiples personas que, sin lazos familiares, arrendaban una casa, fenómeno que actualmente se denomina rooming.
Lourdes Villafuerte, quien en los próximos meses publicará un nuevo libro titulado Cada uno en su casa y Dios en la de todos, acerca de la familia en tiempos virreinales, señaló que conceptos como el ‘amor’ están ausentes en los archivos judiciales, no obstante, pueden inferirse a partir de ciertos documentos.
Un ejemplo, citó, fue el de una joven mulata libre que, en el siglo XVII, era novia de un negro esclavo. Por esa razón fue secuestrada dos veces por su propio padre, golpeada y trasquilada.
“El joven la encuentra, ayudado por su amo, y la muchacha escapa de su cautiverio”. El rasgo que habla a la historiadora del ‘amor’ entre ambos, está en la última inscripción de aquel texto: “y no obstante me quiero casar con él”; respuesta dada por la joven cuando en el juzgado se le advirtió que estaba desposando a un esclavo.
Del lado opuesto de la vida familiar, abundó la historiadora, estaban los divorcios, los cuales solo podían concederse por dos causas: adulterio y sevicia (crueldad excesiva), y que además no eran desvinculantes ante la Iglesia, sino únicamente daban la facilidad “a dos personas que el juez creía ya no se soportaban” de dejar de compartir un mismo techo.
El divorcio más famoso de tiempos virreinales fue el de Francisca de Paula Pérez-Gálvez Obregón. Esta mujer, descrita en las fuentes como “gordita, bonita y cantarina”, era heredera del Conde de La Valenciana, propietario de la mina de plata más pujante del virreinato.
Tras contraer matrimonio a los 17 años con un hombre que a la sazón tenía 64 y era conocido como ‘El Viejo’ Noriega, ella solicitó el divorcio debido a los insoportables celos y malos tratos de su marido, quien extendió el juicio de 1818 a 1822 dado que, en el fondo, trataba de aferrarse a la dote más importante de la época.
Francisca ganó el divorcio y si bien no se volvió a casar ni tuvo hijos, “pues le quedó la experiencia”, sí se convirtió en administradora de la fortuna minera de su padre, señaló la investigadora al encomiar ese rol de regencia que las mujeres tenían tanto en las clases sociales altas como en las bajas; “solicitando préstamos o haciendo que los alimentos se conservaran durante más tiempo”, en el caso de las mujeres de estrato social bajo.
Lourdes Villafuerte concluyó señalando lo importante que todavía es investigar la familia y otros temas de la vida cotidiana del pasado, “ya que lo acontecido en el siglo XVIII aún tiene mucho que ver con nosotros, herederos de aquellas manifestaciones”.