Para evitar más pandemias se necesita controlar el tráfico ilegal de fauna y flora silvestre
Agencia de Noticias RTV (ONU), 10 de julio de 2020
Naciones Unidas.- Elefantes, rinocerontes, pangolines, felinos, reptiles, peces, pájaros y madera de árboles protegidos continúan siendo traficados masivamente alrededor del mundo con un potencial impacto en la salud humana. Además, la crisis del COVID-19 parece estar siendo aprovechada por los delincuentes para promover la caza ilegal y ofrecer curas a la enfermedad hechas con productos animales. Se necesita una fuerte legislación y cooperación entre países para detener estos delitos, revela un nuevo estudio de la ONU.
Entre 1998 y 2018 se incautaron casi 6000 especies diferentes destinadas al tráfico ilegal de vida silvestre, no sólo mamíferos, pero también reptiles, corales, pájaros y peces, asegura un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito.
La base de datos creada por la Oficina en colaboración con la secretaría de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre CITES ha registrado casi 200.000 incautaciones hasta el 2017. Miles más no han podido ser detenidas, y los números no incluyen la caza ilegal, generalizada en varias partes del mundo.
La actual pandemia de COVID-19 y sus intensas consecuencias sobre la vida humana y la economía han ilustrado el impacto global de las enfermedades zoonóticas, para las cuales el comercio legal e ilegal de vida silvestre es un vector importante, recalca el estudio.
Las interacciones de animal a humano, cada vez más frecuentes, incrementan la probabilidad de transmisión de patógenos entre ambas especies, y la vida silvestre conseguida de manera ilegal está al margen de cualquier control sanitario y expone a los humanos a la transmisión de nuevos virus.
Sin interferencia humana a través de la captura, sacrificio, venta, tráfico, comercio y consumo de vida silvestre, la evolución y transmisión del coronavirus que causa el COVID-19 habría sido altamente improbable, asegura el informe.
Un problema mundial
El tráfico de vida silvestre es actualmente tan variado, que ninguna especie representa más del 5% de las incautaciones, tampoco hay un solo país que sea la fuente de más del 9% de los envíos capturados.
Hasta el momento se han identificado sospechosos de este tipo de tráfico de más de 150 nacionalidades, lo que ilustra que en realidad se trata de un problema mundial.
Entre 2009 y 2013, las especies arbóreas más traficadas fueron las de palo de rosa (un 40,7% de las incautaciones), codiciadas por sus maderas procedentes de las zonas intertropicales y subtropicales de África, América y Asia. Los elefantes ocupaban el segundo lugar con el 33,1%, seguidos por los rinocerontes con el 5,5%, reptiles variados con el 4,3% y pangolines con el 4%.
En los últimos años el tráfico de pangolines y rinocerontes ha aumentado a un 13,9% y 11,8% respectivamente, mientras que el de elefantes ha bajado a un 30,6% y el de palo de rosa a 31,7%. Otros animales, como tortugas marinas y de agua dulce, corales, felinos, loros y corales, se mantienen también dentro de los más incautados.
La caza furtiva, la trata y el movimiento ilegal de grandes volúmenes de varias especies protegidas y sus productos derivados a través de fronteras regionales, nacionales e internacionales continúan sin disminución. En 2019, y la primera mitad de 2020 también se han continuado viendo varias incautaciones importantes de marfil, cuernos de rinocerontes, pangolines y palo de rosa.
La UNODC advierte que también se está viendo una consolidación geográfica de las rutas de tráfico, con Nigeria y Vietnam emergiendo como fuentes, envíos y países de tránsito clave.
Del comercio ilícito al mercado legal
Algunos flujos de tráfico de vida silvestre alimentan principalmente los mercados minoristas ilícitos, mientras que otros alimentan el comercio lícito, explica el informe.
Asimismo, muchas especies alimentan múltiples mercados. Por ejemplo, las pitones son traficadas como mascotas, para que sus pieles hagan bolsos y zapatos, por su carne como alimento y por sus órganos como medicina tradicional.
El estudio indica de la existencia de mercados lícitos donde una amplia gama de especies protegidas a menudo es ofrecida abiertamente, pero recalca que aunque estos lugares existen, no representan un gran porcentaje de los volúmenes de incautaciones cada año.
“Basados en las ubicaciones de las más grandes incautaciones, los bazares en ciudades fronterizas y callejones no parecen ser el lugar donde toneladas de pescado, madera, y otros productos de vida silvestre intercambian manos. Estos volúmenes de productos son generalmente comercializados por especialistas”, explican los autores.
Hay mercados enteramente ilegales: por ejemplo, el tráfico de los cuernos de rinoceronte y los pangolines son ilegales internacionalmente, pero los volúmenes de incautaciones continúan crecientes. En otros casos, como el palo de rosa y las anguilas europeas, una gran parte de la vida silvestre adquirida ilegalmente es en última instancia procesada y vendida en un mercado legal en el que la mayoría de las veces el consumidor desconoce la procedencia de los productos que compra.