70 años sin Orozco
Notimex, 7 de septiembre de 2019
México.- Hoy, a 70 años de su fallecimiento, el muralista José Clemente Orozco (Jalisco, 1883-Ciudad de México, 1949) sigue vigente, y sus obras son un reflejo de la sociedad y de la situación política que vivió.
Integrante de los “tres grandes del muralismo en México», estuvo vinculado por afinidad ideológica y por la naturaleza de su trabajo artístico a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, y como ellos, hizo florecer el arte pictórico mexicano gracias a sus creaciones, marcadas por las tendencias artísticas que surgían en Europa.
Por consejo de su familia —que veía en su facilidad para el dibujo la posibilidad de administrar sus tierras y asegurar su porvenir—, Orozco inició la carrera de ingeniero agrónomo, pero al no sentirse satisfecho, determinó consagrarse por completo a la pintura. A los 23 años ingresó a la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
Al jalisciense se le reconoce por su obra de crítica social. Hombre en llamas, pintura realizada entre 1938 y 1939, que adorna la bóveda del Hospicio Cabañas, es considerada una de sus piezas más representativas, en la que muestra la injusticia y corrupción imperantes. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) la incluyó como uno de los tres Patrimonios Culturales de la Humanidad de Jalisco.
Las obras de quien también se desempeñó como caricaturista y litógrafo se pueden apreciar en el Palacio de Bellas Artes, en el Antiguo Palacio de San Ildefonso, en el Palacio de Gobierno de Guadalajara, en el Palacio Municipal de Orizaba, en La Casa de los Azulejos, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara y en el Museo Nacional de Historia, en Chapultepec, entre otros recintos.
En 1930 inició su segunda etapa mural, esta vez en Estados Unidos, donde dio clases de técnica de fresco en el Dartmouth College, en Hanover, Nuevo Hampshire. En 1940 viajó a Nueva York para pintar por encargo del Museo de Arte Moderno, un tablero dividido en seis partes movibles, el cual tituló Dive Bomber.