Trabajo textil de artesanas de la Sierra de Zongolica es visibilizado por investigación galardonada
Redacción MásNoticias, 14 de noviembre de 2018
México.- Durante ocho años, el antropólogo social Miguel Ángel Sosme Campos ha caminado por las veredas de la Sierra de Zongolica, en el centro del estado de Veracruz, donde ha encontrado comunidades en condiciones de extrema pobreza, pero también donde viven mujeres creativas y de gran sensibilidad artística que con su telar de cintura tejen historias y se abren camino a pesar de las condiciones adversas.
El investigador, quien colaboró en el Proyecto Sierra Norte-Huasteca Sur de la Coordinación Nacional de Antropología (CNAN) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), fue galardonado recientemente con el Premio Nacional de la Juventud 2018, en el rubro de Compromiso Social, por su proyecto “Documentación de saberes tradicionales y visibilización del trabajo artesanal en Zongolica, Veracruz”, que entrega la Presidencia de la República.
“El premio reconoce la labor que he realizado desde hace ocho años en las comunidades indígenas, en especial con mujeres dedicadas a la producción artesanal, quienes han sido invisibilizadas, incluso desde la academia, sin conocer sus voces ni sus rostros. Cuando hay interés por una pieza artesanal es por el objeto en sí y no por la persona que lo hace”.
Explicó que el objetivo de su proyecto es visibilizar y empoderar a las mujeres, no sólo con sus piezas, sino con sus nombres, sus voces y sus rostros. “Para mí la investigación antropológica debe tener un papel transformador, porque de nada sirve la generación de conocimientos y de publicaciones si esto no incide en las políticas públicas y en mejorar sus condiciones de vida”.
El antropólogo social, quien participó de 2014 a 2017 en el Proyecto Etnografía de las Regiones Indígenas de México del INAH, mencionó que han sido muchas las iniciativas y materiales que se han generado a partir de su investigación en la Sierra de Zongolica, entre los que se encuentran el libro Tejedoras de esperanza. Empoderamiento de los grupos artesanales de la sierra de Zongolica, y el documental Tlakimilolli: voces del telar, primer cortometraje sobre artesanías mexicanas, filmado en lengua náhuatl.
Además, se han organizado exposiciones y ferias artesanales en las que las mujeres ofrecen conferencias y ponen a la venta sus productos, pues para ellas es fundamental llevar dinero a sus comunidades.
“Esa iniciativa nació enfocada a esta zona de Veracruz, pero en ocho años ha crecido y ya incluye a mujeres artesanas de Chiapas, Puebla, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Estado de México e incluso de Perú”, apuntó Sosme Campos.
El proyecto está centrado en artesanías textiles tradicionales de lana, teñidas con tintes naturales, que se elaboran en Zongolica, Veracruz: rebozos, jorongos, cobijas y piezas monumentales, éstas últimas se han mostrado en el Museo de Antropología de Xalapa como verdaderas obras de arte y no como artesanías, con su ficha técnica y con la presencia de las mujeres, “porque lo principal es visibilizarlas y que se les pague un precio justo por su trabajo”.
El investigador precisó que en el libro Tejedoras de esperanza… se narran las historias de estas mujeres que han hecho aportes al arte y la cultura indígena, y cuyas historias no han sido reconocidas.
Añadió que el volumen también ha sido distinguido con los premios Fray Bernardino de Sahagún 2014, en Antropología y Etnología, que otorga el INAH; el Sor Juana Inés de la Cruz, del Instituto Nacional de las Mujeres; el Arte, Ciencia, Luz, de la Universidad Veracruzana, y el Estatal de la Juventud 2017.
Sobre el cortometraje Tlakiminolli: voces del telar, primer documental sobre las artesanas del textil hablado en una lengua náhuatl, el antropólogo social refirió que “en la cinta las protagonistas narran cómo les fue heredado el don de tejer por su madre celestial Tonantzin, y cómo se ha transmitido este conocimiento de generación en generación”.
La película se ha exhibido en festivales internacionales de cine documental en España, México y Francia, y el próximo año se proyectará en Estados Unidos.
En el corto también se muestra el proceso artesanal que realizan las tejedoras: desde trasquilar a los borregos para obtener la lana —materia prima que deben lavar, hilar y teñir con plantas y raíces naturales—, hasta preparar el telar y comenzar a tejer con hilos multicolores.
“Las tejedoras plasman su visión del mundo: la flora, la fauna y el cielo aparecen representados en elementos iconográficos de diverso color que se asocian, en algunos casos, tanto con la feminidad como con la reproducción. Asimismo, en cada prenda se puede apreciar la recreación plástica de su entorno: pollos, perros, guajolotes, estrellas y rosas que emergen en rebozos, cobijas y jorongos”.
El investigador veracruzano, originario de Coatzacoalcos, refirió que a través del proyecto apoya la promoción, comercialización y posicionamiento del trabajo artesanal de las mujeres de la Sierra de Zongolica.
Recordó que su acercamiento con las mujeres artesanas surgió a partir de las historias que le contaba su abuela cuando era niño. “Me hablaba del trabajo duro que hacían las mujeres y de la violencia hacía ellas”. Después, en sus primeros trabajos antropológicos se dio cuenta que la situación no había cambiado y que seguían siendo violentadas por sus maridos, quienes no concebían que ellas ganaran dinero por sus tejidos.
“Las mujeres en Zongolica han tenido que sortear muchas adversidades por su etnia y su género, pero el telar siempre ha sido un desahogo y su fortaleza. Es el instrumento que le da escuela a sus hijos, y aunque no se puede cuantificar cuánto es lo que las mujeres aportan al Producto Interno Bruto (PIB) desde el trabajo artesanal, es una labor que mueve la economía de las comunidades y que no se reconoce”.
Miguel Ángel Sosme, quien actualmente realiza su doctorado en antropología social en la Universidad Nacional Autónoma de México, señaló que a pesar de que existen otras iniciativas como la suya —que busca visibilizar y empoderar a las artesanas— sigue la desigualdad.
“Uno pensaría que si las comunidades indígenas se dedican a difundir y comercializar su trabajo y su cultura las cosas cambiarían, pero en realidad lo que ocurre es que los hombres de las mismas poblaciones fundan empresas que generan una explotación peor que la de los intermediarios mestizos o las firmas diseñadoras, y las condiciones de trabajo de las mujeres siguen siendo las mismas.
“A veces pienso que nunca va a cambiar, que su vida es una historia de desigualdad, pero cuando veo la situación de otras mujeres, de colectivos que trabajan con la intención de conservar su cultura y por un ingreso extra, creo que hay una esperanza”, concluyó.
Fuente: INAH